domingo

LEZAMA LIMA Y LA NOCHE




En la entrada del mundo determinamos cuál será el punto fijo de nuestra atención. No lo sabemos, apenas comienzan a borrarse los latidos de una vida pasada y nos llega la reencarnación. Es en ese instante donde decidimos el perdón o la culpa, tal vez el miedo a una concentración o al pálido retorno de aquellas decisiones que rigen la presencia de nuestro futuro en la posibilidad.

La elección de Lezama fue la noche. Toda su obra está marcada por la noche. La sensación de cohabitar desde el silencio con las praderas no es la imagen precisa que podemos elegir en nuestra inmensidad. No somos parte del retorno, por ello no elegimos el camino a nuestros actos, ya están predeterminados por actos y discursos anteriores. Es la posibilidad, el engrane perfecto para descubrir una vocación que nos conduzca al asombro o a la duda.

Es la prehistoria de nuestra huella por el mundo. La reencarnación es la posibilidad de burlar nuestras equivocaciones, de crear un espacio para traer desde el conocimiento anterior aquellas imágenes que nos ayudaran a cubrir el ojo y la transportación del alma por el valle.

Así podemos ver en “Los fragmentos de la noche” esa pregunta recurrente que nos hacemos para descubrir las pistas que dejamos en vidas anteriores:

Cómo aislar los fragmentos de la noche
para apretar algo con las manos,
como la liebre penetra en su oscuridad
separando dos estrellas
apoyadas en el brillo de la yerba húmeda

Podemos admirar el conjuro, la separación de las dos estrellas y la complicidad de la yerba húmeda (la vida y el ser humano). Las estrellas son los ojos de Dios (la creación) por ello la necesidad de aislar los fragmentos de la noche, porque no hacerlo significa perder el tiempo en laberintos oscuros, por ello quiere asegurarse, tener el control y trae la liebre, abre el camino con su inocencia y distrae el control de Dios para encontrar la clave de acceso a su universo.
Siguiendo la respiración del poeta encontramos su huella, seguimos en el curso de su “disculpa”, la imagen es la consideración de la quietud o el asombro, también un leve parpadeo, el ojo es esencial, la mirada resume lo que ansiamos y lo transforma en una posibilidad:

La noche respira en una intocable humedad,
no en el centro de la esfera que vuela,
y todo lo va uniendo, esquinas o fragmentos,
hasta formar el irrompible tejido de la noche,
sutil y completo como los dedos unidos
que apenas dejan pasar el agua,
como un cestillo mágico
que nada vacío dentro del río.

Lezama comprendió que al iniciar el camino y burlar la vigilancia de la creación necesitaría el “conjuro” para cohabitar con los “desastres”. No es la luz, desde el comienzo la desecha para usar la inocencia del conejo, bien sabe que no puede marcar el punto a donde quiere ir, al menos no tan rápido porque no podrá incluir en su memoria todos los “fragmentos y esquinas” que necesita para reconstruir el escudo que protege su llegada, lo necesita armado para poder romper el hechizo y eliminar las puertas que “apenas dejan pasar el agua” el sabe que si no logra juntar los “fragmentos” quedará atrapado en la entrada, no podrá escapar o entrar por ello no quiere quedar a la deriva.

Yo quería separar mis manos de la noche,
pero se oía una gran sonoridad que no se oía,
como si todo mi cuerpo cayera sobre una serafina
silenciosa en la esquina del templo.
La noche era un reloj no para el tiempo
sino para la luz,
era un pulpo que era una piedra,
era una tela como una pizarra llena de ojos.

Es increíble primero rompe las reglas y busca burlar la vigilancia de Dios, lo hace, logra encontrar el punto débil para obtener el control. Lo toma, es el dueño de su destino pero se da cuenta que nunca pudo burlar la vigilancia. Nunca pudo encontrar el camino por ello comienza a separar las manos para evitar ser descubierto porque la creación aún cree en la culpabilidad de la liebre y la busca, por ello trata de esconder sus propias huellas, escucha los regaños de Dios y se da cuenta que para esconder los pecados necesita los conjuros de una serafina. Busca la luz entiende que acaba de penetrar a un juego peligroso, no puedes burlar el aliento y esconderte en la palabra, aunque una sombra si lo hace, por ello queda escondido en su conjuro, en su disfraz de piedra porque hay “una tela como una pizarra llena de ojos” Lezama sabe que la creación quiere la verdad y el desea escapar sin perder el control, aun lo tiene.

Yo quería rescatar la noche
aislando sus fragmentos,
que nada sabían de un cuerpo,
de una tuba de órgano
sino la sustancia que vuela
desconociendo los pestañeos de la luz.
Quería rescatar la respiración
y se alzaba en su soledad y esplendor,
hasta formar el neuma universal
anterior a la aparición del hombre.

El regreso de la culpa, toda una eternidad amparado bajo el juramento sin tener el control, un escape, un simple escape y renace la culpabilidad, porque no conoce el sentido aunque ya posee el control. Por ello ya no quiere averiguar como aislar los fragmentos, ya sabe el cómo ahora necesita esconder su culpabilidad con un “yo quería” ser el salvador, al menos el aparente sin reconocer que fue el culpable en la ruptura y posesión de su control. Por ello evade el justo comentario, no quiere la conversación y crea el escape, el “yo quería” como la justificación exacta a la carencia de huellas, él sabe que no uso la luz para tomar el control, el sabe que la creación justificará en sentido para romper el silencio. Por ello crea un falso designio, un largo discurso que lo aleja de la culpabilidad, ¿quién lo buscará en los anales de la aparición del hombre?


Ya completó el círculo, ya no podrá ser culpado por la creación y una sonrisa es la consecuencia de un gesto. Tarde ha comprendido su error al convertir el tiempo en prisas sin la necesidad de un escape:

La suma respirante
que forma los grandes continentes
de la aurora que sonríe
con zancos infantiles.
Yo quería rescatar los fragmentos de la noche
y formaba una sustancia universal,
comencé entonces a sumergir
los dedos y los ojos en la noche,
le soltaba todas las amarras a la barcaza.
Era un combate sin término,
entre lo que yo le quería quitar a la noche
y lo que la noche me regalaba.

Era lógico que sin el temor a la creación, a sus constantes ráfagas de credo intentara obtener el verdadero sentido de su control, por ello quiere lograr la fertilidad a través de un nuevo engaño, toma las palabras de la creación, se disfraza, siente la agonía de la noche en una salutación indeleble. El disfraz de la creación otorga el miedo, es lógico, es el control de la vida sin entender lo más sencillo. Nunca entendió hasta ese momento que el control era sobre si mismo por ello no puede doblegar la noche, Dios lo sabe, ejerce su fuerza mas no su ira.

El sueño, con contornos de diamante,
detenía a la liebre
con orejas de trébol.
Momentáneamente tuve que abandonar la casa
para darle paso a la noche.

El juego que aprendió demasiado tarde, no es la coincidencia, es la oportunidad de encontrar una continuidad sin perder el control.


Qué brusquedad rompió esa continuidad,
entre la noche trazando el techo,
sosteniéndolo como entre dos nubes
que flotaban en la oscuridad sumergida.


Bien sabe el error del conocimiento tardío, debió aparentar las palabras para descubrir cual era la estrategia de la creación. No lo supo adivinar, no fue la puerta sino la trampa, el uso de la liebre para borrar las huellas y robar el control:

En el comienzo que no anota los nombres,
la llegada de lo diferenciado con campanillas
de acero, con ojos
para la profundidad de las aguas
donde la noche reposaba.
Como en un incendio,
yo quería sacar los recuerdos de la noche,
el tintineo hacia dentro del golpe mate,
como cuando con la palma de la mano
golpeamos la masa de pan.

La creación, la creatividad, el poder tomado al azar sin el consentimiento de Dios traen la certeza de una consecutividad pero despiertan el ansia por ello regresa al principio a pesar de que tiene el control sobre si la creación seguirá imponiendo sus malcriadeces. Es el inicio de una lamentable equivocación, el antiguo camino del universo que se cierra. La creación no permite el destino en manos ajenas, tan solo el reflejo es dañino, es un escape y no siempre tiene la paciencia de un perdón.

El sueño volvió a detener a la liebre
que arañaba mis brazos
con palillos de aguarrás.
Riéndose, repartía por mi rostro grandes cicatrices.
La venganza, Dios es el creador y no podemos burlar sus caminos. La tentación es una coincidencia por ello robar el control sobre la creación terminó en la más absurda venganza: ser “controlado”.

3 comentarios:

GINITEANDO dijo...

Nunca me ha sido facil traspasar los umbrales de la poesia de Jose Lezama Lima,en esta ocasion lo hago bien acompanada de la mano de un amigo y de un conocedor del mundo enigmatico de Lezama,tampoco nunca habia leido una recreacion de la poesia del citado poeta como esta ,por mucho que la he buscadotal,vez el propio autor de Paradiso,se me imponia y me cerraba las puertas,
Lo primero que senti al entrar en "La noche respira" que no es tan intrincado el camino,pero si se necesita de una sensibilidad muy especial para desentranarlo,como la de este artista de la palabra
.El poema tiene un sentido metaforico y filosofico,se trata ,un poco de desafiar a la creacion,escoge la noche y trata de fragmentarla ,descomponerla y buscar las puertas de la verdad y su destino,para ello se vale de simbolos,conjuros,las estrellas,la liebre.
Al final,Lezama reconoce las fuerzas eternas ,siente que no puede tomar el control,porque quien lo ejerce es el creador y la sonrisa dira la ultima palabra.
Gracias ,Julio A.Rodriguez por acercarnos a Lezama ,tan ostigado por el regimen y que ahora tu nos devuelves en todo su encanto como recien salido del horno...

Rodsana dijo...

Una perfecta interpretacion a un bello poema ,por muchos incomprendido,debido a la complejidad de palabras y pensamientos,haciendolo aun mas enimagnitico y profundo.Gracias.un abrazo.

Jo Ruiz dijo...

La verdad que tengo un poco abandonado a Lezama desde hace algún tiempo, pero siempre he adorado con devoción "Paradiso"(leído tres veces, y las que faltan), y también su libro de poemas "Fragmentos a su imán" y "Enemigo Rumor". Siempre me fascinó su teoría del azar concurrente y su intento(un tanto desmesurado) de crear una especie de teleología insular. Sí que la noche es un tema recurrente en su obra,pero también la solaridad el gozo panteístico del mundo. El uso de animales-la obra poética de Lezama es un auténtico zoologico de la imago-también es muy recurrente.
Excelente artículo.

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